Notas Rayadas
Los derechos del lector según Pennac
Daniel Pennac (seudónimo de Daniel Pennacchioni) es un escritor francés y docente, nacido en Marruecos hace más de 70 años, en una familia militar. Pasó su infancia en Africa y el sudeste asiático y, su juventud en Niza.
Se graduó en letras y se desencantó con la enseñanza. Su obra literaria es muy nutrida, irónica y crítica.
Escribió ensayos y libros para infancias. Se hizo popular por las novelas negras de la saga en torno a la familia Malaussène, que vive en el barrio multicultural y marginal de Belleville, en París (Francia). Pennac basó las historias en Benjamín Malaussène, un hombre cuya labor se basa en dar la cara ante una avería o irregularidad de cualquier producto que se haya vendido en los Grandes Almacenes.
Hace un par de décadas escribió "Mal de escuela" y "Como una novela" (Anagrama) donde reflexionó sobre los derechos del lector a manera de mandamientos.
Pennac sostiene que "ser lector no es una obligación, pero si se decide serlo nadie debería decir qué hacer con un libro" porque sostiene que "la lectura es un acto independiente que cada uno siente a su manera: a tal punto que se puede leer en silencio".
Aquí van extractos de su texto y su manifiesto, que Vaca Rayada comparte de la A a la Z. ¡Muuu!
1. Derecho a no leer: “En el fondo el deber de educar consiste, al enseñar a los niños a leer, a iniciarles en la Literatura, en darles los medios de juzgar libremente si sienten o no la necesidad de los libros. Porque si bien se puede admitir perfectamente que un individuo rechace la lectura, es intolerable que sea o se crea rechazado por ella”.
2. Derecho a saltarse las páginas:”Incluso cuando somos mayores y aunque nos repugne confesarlo, también nos seguimos saltando páginas, por razones que solo nos conciernen a nosotros y al libro que leemos”.
3. Derecho a no terminar un libro: “Hay treinta y seis mil motivos para abandonar una novela antes del final: la sensación de ya leída, una historia que no nos engancha, nuestra desaprobación total a las tesis del autor, un estilo que nos pone los pelos de punta, o por el contrario una ausencia de escritura que no es compensada por ninguna razón de seguir adelante.Inútil enumerar las 35.995 entre las cuales hay que colocar, sin embargo, la caries dental, las persecuciones de nuestro jefe de oficina o un sismo amoroso que petrifica nuestra cabeza”.
4. Derecho a releer: “...sobre todo releemos gratuitamente, por el placer de la repetición, la alegría de los reencuentros, la comprobación de la intimidad”.
5. Derecho a leer cualquier cosa: “Así pues hay buenas y malas novelas. Las más de las veces comenzamos a tropezarnos en nuestro camino con las segundas”.
6. Derecho al bovarismo* (enfermedad de transmisión textual): “Eso es, grosso modo el bovarismo, la satisfacción inmediata y exclusiva de nuestras sensaciones: la imaginación brota, los nervios se agitan, el corazón se acelera, la adrenalina sube, se producen identificaciones por doquier, y el cerebro confunde (momentáneamente) lo cotidiano con lo novelesco”.
*Término sacado del personaje principal de la novela Madame Bovary de Gustave Flaubert.
7. Derecho a leer en cualquier lugar: “Cada mañana durante los dos meses de invierno, confortablemente sentado en el baño, cerrado con siete llaves, el soldado Fulano vuela por encima de las contingencias militares”.
8. Derecho a hojear: “Yo hojeo, nosotros hojeamos, dejémosles hojear. Es la autorización que nos concedemos para agarrar cualquier volumen de nuestra biblioteca, abrirlo por cualquier lugar y sumirnos en él un momento porque solo disponemos precisamente de ese momento”.
9. Derecho a leer en voz alta: “Si lee realmente, si pone en ello su saber controlando su placer, si su lectura es un acto de simpatía tanto para el audiotorio como para el texto y su autor, si consigue entender la necesidad de escribir despertando nuestras más oscuras necesidades de comprender, entonces los libros se abren de par en par, y la multitud de los que se creían excluidos de la lectura se precipitan detrás de él”.
10 . Derecho a callarnos: “El hombre construye casas porque está vivo pero escribe libros porque se sabe mortal. Vive en grupo porque es gregario, pero lee porque se sabe solo. Esta lectura es para él una compañía que no ocupa el lugar de ninguna otra pero que ninguna compañía podría sustituir”.